martes, 28 de julio de 2009

¿Quién es Mario Zaldívar?

Por Mónica Solano Castro
¿Quién es Mario Zaldívar?, era la pregunta que me rondaba, luego de leer su libro “Herido de sombras”. Esta novela me provocó emociones contradictorias. Por un lado, la fluidez y sencillez del lenguaje me incitó a indagar más sobre el paradero de la historia. Por el otro, el libro me causó rechazo por su final explícitamente pesimista. Estos sentimientos y la suposición de que el personaje Mauricio España era un reflejo del autor me llevaron a plantearme ese cuestionamiento.
La única forma de saberlo era aisistiendo al bar Buenos Aires, lugar donde inicia su novela; ubicado en el centro de San José. Unos compañeros de la universidad, mi profesor y yo nos reunimos con él.
La verdad no sabía que esperar del encuentro con don Mario, ni siquiera me imaginaba cómo era físicamente; sin embargo, tenía varias preguntas del libro y de la relación entre éste último y su vida personal.
Una vez que llegamos, inmediatamente, observé un pequeño techo que salía del bar, tal vez de un color rojizo, no estoy segura ya que estaba desteñido y era de noche; además tenía unas letras que, seguramente, antes eran blancas y decían: Bar Buenos Aires. Cuando leí el rótulo me emocioné, nunca había estado en un lugar que fuera mencionado por alguna novela.
Luego miré al fondo del lugar y vi una barra vieja, hecha de madera; detrás de ella se encontraba una mujer, alrededor de unos cincuenta años, vestida con una blusa blanca y una malla negra que le recogía el cabello; me pareció que era la mesera del lugar. También, a lo lejos se veían unas mesas y sillas de madera. El bar, para mi gusto, estaba tranquilo, no había mucha gente.
Unas compañeras y yo entramos al sitio, aún no habían llegado los otros compañeros ni el profesor. Estábamos en la entrada y no vimos a don Mario Zaldívar, hasta que escuché a una de mis compañeras decir:
- Ese es Mario Zaldívar, el del sombrero -
Miré intrigada a mi derecha y allí estaba, en una esquina de la barra hablando con otro señor; la verdad, no se confundía con nadie puesto que el sombrero que llevaba lo destacaba entre los demás. El sombrero, color verde musgo claro y la camisa de cuadros azules con blanco me transmitieron una agradable simpleza.
Al divisarlo nos acercamos hacia él, lo saludamos y le explicamos que nosotros éramos estudiantes y que lo íbamos a entrevistar. Él muy amablemente nos saludó y nos dijo que podían buscar una mesa, mientras terminaba su conversación con el otro señor.
Nos adentramos al lugar, las paredes ya no eran blancas, más bien, tenían un aspecto de suciedad, las mesas eran viejas; había una pequeña televisión a mi derecha, casi pegando al techo y algo que me gustó mucho fue un mapa de Costa Rica que estaba guindado en la pared. Realmente era un lugar que mostraba varios años de existir.
Unimos unas cuantas mesas y esperamos a Zaldívar. Minutos después llegaron los compañeros, el profesor y finalmente don Mario. Una vez que todos nos acomodamos él inició con una introducción del libro “Herido de sombras”.
Primero habló sobre la historia que giraba alrededor del experimento contra la senectud precoz, luego sobre el inicio de la novela. Y es aquí donde él empieza a sacar su personalidad.
Comenta sobre su debilidad por las estructuras antiguas; su tendencia a escribir de forma lineal y con un lenguaje sencillo y llano; la importancia de un desenlace inesperado. Es administrador público; le gusta la música popular; toca la guitarra; le atraen los boleros; tiene un espacio en el periódico La Nación donde escribe sobre la música y cantantes costarricenses y escribe cuentos. Evidentemente es un hombre polifacético. Pero aún no sabía quién era él, faltaba que compartiera más de su vida personal, esa área que necesitaba para responder mi pregunta.
Mientras la conversación avanzaba el autor, con una copa de vino en su mano, revelaba áreas más íntimas de su vida.
Nació cerca de Barrio México; creció alrededor de grandes artistas costarricenses; desde niño se propuso una meta, quería dejar una huella; es preocupado por la vida. De esta manera fue aclarando mis dudas, sin necesidad de que yo se las planteara puesto que otros compañeros intervenían.
Seguía la conversación, no sentía que fuera una entrevista, era algo más informal y la verdad me gustó, me sentí cómoda. En eso, un compañero, le preguntó por qué nombró su libro “Herido de sombras”; él respondió que era por las heridas pasadas del escritor Mauricio España pero, además, había una razón personal: le gusta mucho los boleros y uno de ellos tiene ese nombre; es un bolero cubano.
En ese momento yo intervine:
- Don Mario, ¿usted está herido?-
Con una pequeña sonrisa me afirmó que tenía heridas que la vida le dejó. Esto me confirmó aún más su parecido con el personaje Mauricio España. Y efectivamente, él dijo que mucho del personaje era él.
Otra pregunta que nadaba en mi mente y en la de todos mis compañeros era por qué el erotismo estaba presente constantemente dentro de la novela. Zaldívar se puso un poco incómodo puesto que varios compañeros, incluyéndome, le cuestionamos sobre esa parte explícitamente sensual que tiene la historia.
- ¿Violeta Parini, una mujer erótica, está relacionada con su percepción general de la mujer? -, pregunté.
- No, esa es una de las mujeres. Esa no es la única -, respondió.
Nunca pensé que iba a ser tan franco pero lo fue. Afirmó su tendencia a introducir partes eróticas en sus historias. Comentó que el erotismo plasmado en su novela no es morboso sino activo. Por activo, no comprendí exactamente a qué se refería pero me imagino que es aquello sexual y erótico que todo ser humano tiene.
Pero ahora no me quedó claro la razón por la cual don Mario le atraía lo erótico, sin embargo, inmediatamente lo comprendí. Recapitulé lo que dijo al inicio de la reunión. Vivió mucho en la calle, en su juventud estuvo rodeado de sexo y, claro, me imagino que esto lo indujo a escribir aspectos eróticos en sus novelas.
Así como su vida tiene áreas negativas, la novela “Herido de sombras” también contenía un mensaje negativo. Entonces me pregunté si cada novela que realizaba era por sus problemas pasados, pero no era así. La razón que aclaró mi duda fue que la felicidad no es productiva, contraria a la tristeza o desesperanza, estos sentimientos provocan más impacto en el lector.
Llegué sin ninguna espectativa, pero con un gran cuestionamiento: ¿Quién es Mario Zaldívar?. La primera impresión que él me transmitió fue humildad y sencillez: un señor con barba blanca que delataba alrededor de sesenta años de edad, y con una forma de vestir sencilla, parecida a la de un campesino. Esto también se vio en su forma de escribir, sin embargo su vida personal no aparentó simpleza, dejó mucho de qué hablar. A pesar de la negatividad de sus novelas, su visión de mundo no lo és. Y esto se afirma con una frase muy positiva expresada por él:
- La vida la veo como una gran felicidad -

No hay comentarios:

Publicar un comentario