miércoles, 5 de agosto de 2009

Confesiones y boleros frente a una copa de vino

Por Dionella Burgos
-¡¿Zaldívar?!... Es aquel que esta allá sentado.
Eso nos dijo la mujer detrás del mostrador, que vestía un delantal blanco y en su cabeza un trapo del mismo color, mientras servía una copa de vino.
Después del susto de desconocer por completo nuestro destino, salimos casi de manera fugitiva de la universidad para darnos cita con un escritor en el punto de origen de una de sus creaciones.
Lo encontramos no precisamente herido pero, sí entre las sombras de un bar que encierra mucha historia y que es testigo de alguna que otra intimidad de quien lo frecuenta.
Ahí se encontraba, al final de la barra.
Los grandes lentes que llevaba, salvaguardaban unos ojos que –según él lo ha visto casi todo- mientras se refugiaban bajo el ala de un sombrero beige que le combinaba con el pantalón de tela.
Al escuchar que le buscaban se acercó a nosotras sin más que pensar.
-¡Mucho gusto don Mario!, la respuesta a la pregunta de quién era Zaldívar ya había sido expuesta en carne y hueso para Floriella.
Aún permanecíamos en la puerta cuando el mismo escritor nos saludaba y el bar Buenos Aires casi desolado, se convertiría en el punto de encuentro para una entrevista de alumnos curiosos del amigo de ese mismo escritor.
Seguimos el zaguán y llegamos al otro lado del pequeño bar en donde había una mesa grande en donde pocos minutos mas tarde vimos reducida conforme llegaban los compañeros de curso.
Después de presentarnos, Mario Zaldívar nos comenzó a platicar de manera muy amable sobre el motivo de nuestra reunión.
Con la copa de vino entre sus manos, comenzó a narrarnos y desde luego, explicarnos la temática de su libro “Herido de sombras”.
Ninguno le perdía movimiento a cada uno de los gestos del escritor, creo que ese era uno de los fines de estar ahí aparte de eso trata el curso, lograr después de eso una muy buena crónica.
La sangre es uno de los temas que es notorio le fascinan. Las preguntas sobre los personajes del libro no se hicieron esperar y gustoso explicaba el origen de cada uno.
Mientras eso sucedía, la mesa se hacía aun mas estrecha por las botellas de cerveza y los frescos que tomábamos. A más de uno lo atacó el hambre.
Atrás, el profesor no perdía de vista a don Mario, mientras de pie saboreaba una cerveza acompañada de una boquita, otra y otra y otra más.
Prometo que mi atención estuvo en Zaldívar pero, tras el en una mesa dos jóvenes tórtolos –que parecía no se habían visto en vario tiempo- probaban su resistencia en un impetuoso beso que robaba por completo la atención de los presentes.
Pero, claro que escuchaba con atención.
-Don Mario, si el personaje del doctor nace de Clorito Picado y el escritor es solo un reflejo suyo… ¿de dónde nace el personaje de “la Lombarda”?
El color del vino en la copa que tenia tomada entre sus manos, siguió el curso de la sangre y se le acumuló en el rostro. Sus ojos se clavaron en los míos y…
-Me has hecho la pregunta mas jodida- creo que era la pregunta que no me había imaginado hacer pero, era la que cubriría mi curiosidad sobre esa mujer.
Todos echaron a reír pero, la respuesta no fue la que me esperaba, de hecho se salió por la tangente.
Volví a hacer la pregunta porque me parecía mucho misterio sobre esa mujer.
-No es misterio, es que su profesor también la conoce.
Ambos alegaron que la personalidad que se resaltaba en el libro sobre ella no pertenecía a la descripción física de tan protegida mujer por estos dos hombres.
En fin, no lo sabré a ciencia cierta eso me genera aún duda.
Un bohemio… Así se declaró Zaldívar.
Los boleros son unas de sus grandes pasiones y, su guitarra también lo acompañaba. Después de un par de boleros y unas copas de vino, conocimos a un hombre cuya pasión al escribir es la misma que transmite al hablar sobre eso.
Y entre copas de vino, letras de boleros y canciones al ritmo de las cuerdas de su guitarra conocimos a Mario Zaldívar en unos de sus lugares favoritos ya que confiesa ser amante de las casas antiguas y los secretos que en ellas encierran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario